19 octubre, 2006

Los amores virtuales




Sin duda internet es y será una gran bendición para millones de seres humanos que navegan por el ciber espacio en busca de información, entretención, cultura y un largo etcétera. En realidad hoy, casi no hay nada que no se pueda hacer por internet, sin embargo, por más avanzada que esté la tecnología hay ciertas cosas que no se pueden realizar a través del fino cable telefónico, una de ellas es: Buscar el amor de su vida.
Tengo una amiga uruguaya que supo muy bien lo que esto significa; porque ya un buen día mientras navegaba por la red como una antigua marinera a través del "chat", se encontró con lo que parecía ser su príncipe azul, montado no precisamente en su blanco corcel, sino más bien en su albo computador. El muchacho dijo ser de las lejanas tierras norteamericanas (donde supuestamente fluye leche y miel) y que andaba en busca de una princesa a quién darle su beso para despertarla y casarse con ella. Mi amiga se identificó como "princesa" y ofreció la mejilla por si el príncipe quería darle ese beso. Él aceptó y decidieron por un tiempo conocerse escribiéndose mutuamente. Se confesaron que ambos eran creyentes en Cristo y con eso no les quedó duda alguna que había sido el Señor mismo quién encontraba detrás de la red jugando con los cables para enamorarlos. Después de varios e-mail de allá para acá y de acá para allá, creyeron estar listos para el paso siguiente: Conocerse personalmente.
Ella empacó sus maletas, le dio un rápido beso a sus padres y partió a encontrase con el futuro esposo que Dios le había preparado de una manera tan singular, llena de ilusión y expectación.
Al bajar del avión, después del desencanto de ver que sus ojos no eran tan azules como él le había dicho, y observar él que ella era más gordita de lo que se imaginó, produjo en ellos la primera desilusión. De todos modos decidieron comenzar su romance para no hacer en vano el viaje, después de todo, ella le había asegurado a su pastor antes de viajar, que si no hubiera estado tan segura de que el cyber muchacho no era su futuro esposo, ella no haría el viaje.
Al comenzar a conocerse mejor se dieron cuenta que existían varias cositas que no se habían dicho por el chat. Otras sí, pero que en la practica no se daban. Ambos habían mentido para impresionar al otro. En ellos se cumplió el viejo refrán que versa: El papel aguanta todo lo que le pongan, lo que en nuestros tiempo significaría que el e-mail o el chat aguanta todo lo que le escriban (incluyendo las faltas de ortografía).
El problema de estas relaciones es que no se puede saber si el que está al otro lado de la línea es honesto o sencillamente le gusta el misterio. He conocido a varios que han intentado comenzar una relación amorosa por internet y lamento decir que en su mayoría han fracaso. Las probabilidades que una relación así
resulte, es la misma que tratar de
pasar un camello por el ojo de una aguja. Tal vez exagero, pero créame es muy difícil. No se lo recomiendo... (tampoco lo del camello)
Debemos comprender que el amor llega a nosotros a través del conocimiento parcial o pleno de otra persona, de lo contrario estaría basado en ese frágil castillo de naipes que es la mera atracción física. Por otro lado, cuando nos enamoramos de la presencia, valores, virtudes y defectos de las personas con la que hemos interactuado, entonces ahí y solo ahí podemos cruzar el umbral de la iglesia del brazo de nuestra esposa o esposo, sabiendo que nuestro amor está basado en lo que hemos visto y escuchado de ellos mismos y no en lo que han escrito de si mismo.
Se preguntará que pasó con mi amiga. Bueno, mi amiga volvió a su país desilusionada de su amor virtual que resultó ser todo un desastre, reconociendo, eso sí, que se había equivocado. Sin embargo, no se vino con las manos vacías. Sus maletas regresaron con una buena cantidad de moralejas y lecciones bien aprendidas, aparte, por supuesto, de la ropa que aprovechó de comprar en USA.
Entre lo más importante que aprendió fue:
Primero: Que Dios no se conecta a internet a jugar en el chat. Segundo: Que la próxima vez que busque una persona para casarse no será por medio de la red sino que sería a la manera de Dios. Y por último, prometió solemnemente que nunca más se volvería a enamorar de una persona que exprese puras cosas buenas de sí mismo y por sobre todo de aquellos que escriban besos con "v".
Hasta la próxima. Opine aquí....

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