02 octubre, 2007

¿Por qué tienes un blog?

(Sólo para blogueros)

Quienes poseemos un blog, tenemos un común denominador: nos gusta escribir. Lo hagamos bien o mal, disfrutamos haciéndolo. Amamos plasmar nuestras ideas en papel o directamente en una pantalla. Nos agrada leernos a nosotros mismo, como una especie de narcisismo literario. Cada creación que ve la luz, lo hacemos como si estuviéramos pariendo hijos. Y son precisamente eso, hijos literarios que nos han costado horas de gestación; de dolores ortográficos, malestares de redacción y mucha corrección hasta que ve la luz y está en condiciones de ser leído por otros. Pero muchos de estos “partos literarios” son prematuros; salen a la luz sin ser terminados, sin ser pulidos, sin ser corregidos, con muchos defectos por no esperar el tiempo correcto de maduración antes de subirlos a la red. Ahí esta la diferencia entre el que escribe como una forma de aprender a hacerlo y el que lo hace a la rápida sin la intención de tomárselo en serio.

Escribimos con la ilusión de que nos descubran y nos lean. Nadie escribe para leerse solo. Íntimamente deseamos ser leídos por lectores inteligentes que valoren nuestros escritos. Los más soñadores, ser descubiertos por una editorial importante que le pidan que escriba para ellos. Pero la realidad es que la mayoría de nosotros nos conformamos con auto-publicarnos y para eso tenemos un blog. Es la forma más sencilla de salir al mundo. De dar a conocer lo que somos, lo que sentimos, lo que soñamos, lo que nos gusta y lo que no. Nos exponemos a la opinión de un gran número de lectores que nos aprobaran o rechazarán según la habilidad que tengamos de “enganchar” al lector. De ahí la importancia de parir buenos temas, interesante, entretenido y correctamente escritos, que para nadie es fácil por la complejidad de nuestro español.

Para muchos, el blog o bitácora, hoy muy de moda, ha venido a reemplazar al antiguo diario de vida que varios de nosotros tuvimos cuando éramos unos adolescentes y que escondíamos con tanto esmero, pero que era leído por la mayoría de nuestros padres y odiosos hermanos a escondidas. La franqueza, la transparencia con la que escriben algunos blogueros me sorprende. Tienen una capacidad de transmitir emociones tan fuertes que los envidio. Saben que pueden ser leídos por una cantidad indeterminadas de personas en el vasto mundo de la red, pero de igual forma se atreven. Nos hacen partícipe de su intimidad, de lo que piensan y sienten. Nos abren su corazón y desnudan su alma frente a nosotros.

Hay tantos tipos de blog como rayas tiene una cebra. Unos escriben poesía, otros narrativas, otros de arte, de tecnología, de reflexión, de teología, etc. Son tan variados los temas que no hay aspecto humano que no sea abordado en algún sitio. Unos nos hacen reír, otros nos emocionan. Otros nos enseñan o nos confunden, pero todos tienen su sello personal de quien lo mantiene. Escriben de la abundancia de su corazón. De lo que les gusta, les apasiona e interesa. He visitado muchos blog y debo confesar que algunos me han sorprendido por la calidad, forma y estilo que escriben que los visito con cierta frecuencia esperando encontrar temas nuevos. Podría nombrar a varios, pero de seguro dejaría a muchos fuera que merecen su justo reconocimiento.

Pero si queremos que nos lean, tenemos que escribir bien. Para eso tenemos que leer. Esta es la regla de oro de todo taller literario. Empaparnos de otros que han alcanzado la perfección y han conquistado el interés de un público. Aprender sus técnicas, sus modos e imitarlos hasta que creemos nuestro propio estilo. Todo Nóbel escritor, fue primero un escritor “novel” (note la diferencia) que comenzó igual que todos nosotros con aciertos y desaciertos, que fueron rechazados por muchas editoriales antes de ser descubiertos. Escribir es un arte que se aprende y domina, solamente practicando.

En lo personal me gusta la narrativa, estoy terminando de pulir una novela que tal vez un día me atreva a enviarla a una editorial para ser evaluada, además de varios cuentos que tengo bien guardado. Mientras tanto, debo seguir escribiendo como una forma de “ensayo” y es por eso que tengo un blog, porque sé que echando a perder se aprende. Porque la práctica pule mi estilo y aunque riño con la ortografía, me ayuda a superarme. Escribo porque me gusta, me desahoga, me produce placer. Escribo porque quiero. Escribo porque me antoja ser escritor…

¿Y tú? ¿Por qué escribes? Opina aquí...

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